Volador G dio el puntapié inicial, con un show corto pero contundente que empezó mas tarde de lo previsto por la organización, y le siguió Rescate, la banda cristiana que cada vez se aleja más de ese rótulo y deja en claro que el rock es lo suyo.
Después pasó algo raro: Motor Loco, que estaba anunciado en la grilla, no subió al escenario y en su lugar lo hizo Massacre; pero a la gente se ve que mucho no le importó y disfrutó de la presencia de Wallas y compañía que se encargaron de organizar el primer pogo del festival, con temas como La Octava Maravilla, Divorcio, La Reina de Marte y Sofía, la super vedette. Entre tantas cosas que dijo, Wallas fue el primero en nombrar al fallecido Alejandro Bocha Sokol, a quién le dedicó el tema Crua-chan de Sumo. Antes tiró: “Dijo la prensa yanqui que Massacre tendría que ser prohibida y censurada… por putos”.
Pero quién definitivamente encendió la mecha al festival, quién puso al público a bailar y cantar hasta la afonía, y quién también les dio a los muchachos la primera posibilidad de subir alguna chica a sus hombros, fueron Las Pastillas del Abuelo. Su repertorio se basó en hit tras hit, con temas de sus 3 discos y con un cierre a puro baile con el candombe La Casada. En un momento, mientras la voz de Piti Fernandez entonaba las estrofas de Otra vuelta de tuerca, pudo verse en las pantallas dispuestas a los costados del escenario como a una chica que cantaba al compás de su ídolo se le caían unas lágrimas. Esa imagen vale más que mil palabras para describir lo que Las Pastillas genera en su público.
Ya entrada la nochecita, Andrés Jiménez subió al escenario para interpretar dos temas de su nueva banda D-Mente; dos y solo dos porque luego él mismo presentó al eterno León Gieco, quién se encargó de hacer saltar, cantar y emocionar hasta las lágrimas a cada uno de los presentes con sus mas grandes éxitos: 5 Siglos Igual (juanto a A. Jiménez), Memoria, El Fantasma de Canterville, Pensar en Nada y Solo le pido a Dios, entre otros. León contó con la participación de D-Mente desde la mitad del show hasta el final del mismo, y la gente tomó tan bien esta iniciativa que participó del mismo armando una gran ronda en Pensar en Nada; raro en un show de Gieco, pero si es por el rock, bienvenido.
Punto aparte para la presentación de la cola de la película "Mundo Alas", la historia de un grupo de artistas discapacitados que León Gieco dirigió y además, invitó a subir para a interpretar algunos temas con él.
Catupecu Machu hace tiempo que se estacionó como una de las bandas mas ruidosas del rock argentino, y lo confirmó una vez más. Junto a Wallas en Plan B: Anhelo de Satisfacción y a Germán Daffunchio en Magia Veneno, Fernando Ruiz Díaz (quién bautizó el predio como “La Plaza Próspero Montaña”) pisó fuerte en el escenario de Cosquín mientras la gente “pisaba sin el suelo”.
Ahora bien, si existiera un aparato para calcular los gritos de las chicas cuando Adrián Dargelos aparece en el escenario, se hubiera roto en ese mismo momento al no soportar tanto bullicio. Es que los Babasónicos se encargaron de echarle glamour a una noche rocanrolera con temas como El Ídolo (que abrió el show), ¿Y qué?, Irresponsables, Pijamas, Carismático, Yegua, Pendejo y Putita, entre otros. Cuando sonó Microdancing, la Comuna San RocKe se transformó en una pista de baile dance que cerró sus puertas luego de Asi se habla, tema con el que Los Baba se despidieron del festival.
Pero el plato fuerte ya estaba preparado, y la incertidumbre acerca de si esta presentación en Cosquín sería la última o no de Intoxicados, llegaría a su fin. Pasada las medianoche, Pity subió al escenario acompañado del mismo grupo que lo hizo en Mar del Plata, y luego de una introducción recordando vacaciones de su niñez, tiró la frase que muchos estaban esperando: “Intoxicados se va a tomar unas vacaciones. Las necesitamos”. A partir de ahí, solo quedaba disfrutar del último concierto intoxicado y de Álvarez arriba de un escenario, por lo menos hasta dentro de un año y medio.
Pero lamentablemente el show no será recordado como uno de los mejores, por lo menos en lo que respecta a cómo sonó la banda, ya que al no tener tiempo de ensayar (se comenta que Pity llegó desmayado a Córdoba en un remis que lo dejó en la puerta del escenario) la banda tardó muchísimo tiempo en acomodarse, y los temas que se iban sucediendo sonaban desprolijos. Asi pasaron por ejemplo Espero que la vida, Perra, Lo artesanal, Fuego, Volver a casa, ¿Que vas a hacer tan sola hoy? y Reggae para los amigos, canciones que no terminaban nunca o se cortaban muy abruptamente, cuando no sufrían una modificación en las letras.
Pero el show si será recordado por un invitado muy especial: Skay Beilinson, el guitarrista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, subió a la tarima cordobesa para armar una linda zapada blusera-funky junto a la banda, y a continuación despacharse con Las cosas que no se tocan y Quieren Rock, lo mejor de la noche sin dudas.
La gente, por su parte, entendió que esa era la última vez que verían a su banda en vivo, asique no le importó lo desajustado del show y se dedicó a cantar, saltar, flamear banderas y gritar por lo que se viene: “Oooh, vamo’ Viejas Looo…”.
Federico Argiles - Enviado Especial